Soy como una flor disecada,
olvidada en un viejo libro amarillo
lleno de fábulas,
que nadie lee más,
que nadie cita ni nombra.
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Soy como un viejo bolero
que nadie recuerda su melodía.
Un poema que nunca
encontró su rima.
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Como el diamante
que solo adorna la vitrina
como ese hermoso traje
que se usa una sola vez en la vida.
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La guitarra
del borracho de la esquina,
el vino que se olvidó
en la vieja cantina;
como la ola del mar
que nunca llegó a la orilla.
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Soy ese adiós
que no se dijo,
ese último beso de despedida,
la lágrima que no salió,
la verdad que no merece ser dicha.
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La pluma
que se quedó sin tinta,
la moneda
que cayó fuera de la alcancía.
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El café que se derrama en un bar
junto a la vieja colilla.
La cerveza que no enfría,
la locura que no tiene medicina.
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Soy un recuerdo efímero
de aquellos lejanos
y olvidados felices días.
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Soy lo que hiciste de mí,
lo que quedó de mi;
el residuo de las sobras
que no te comiste.
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Lo que alguna vez en mi encontraste
hoy ya solo quedan
fragmentos inservibles.
Yesterday a wise man told me
