La veo siempre
en las miradas de la gente
que pasa callada y de prisa.
δδδ
La encuentro sentada en el tren
leyendo el diario
vestida de corbata.
δδδ
Trato de esquivarla
pero siempre la encuentro
esperando en la luz;
sentada, con el ceño fruncido,
impacientada.
δδδ
Sonrío,
cambio de dirección,
me tomo un helado
en la esquina del barrio
como tratando de ignorarla...
δδδ
Pero la vuelvo a encontrar
al llegar a casa.
Me espera fiel como siempre
con la ropa sucia,
la cocina desordenada,
con la cama fría.
δδδ
Amanece,
miro fuera de la ventana
el sol, las flores...
Y decido olvidarla,
hecharla de mi vida para siempre.
δδδ
Pero al levantarme
la veo ahí de pié
esperandome junto al armario
con mi traje planchado
y mis zapatos negros,
el café aguado
y el diario en el bolsillo.
δδδ
Y así me sigue acompañando
día a día,
en mi entrada y en mi salida,
la maldita silenciosa rutina.
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